Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira (parte V)

Esta entrada es la quinta parte de una serie de publicaciones que recorren la biografía de Sócrates. La cuarta parte puede ser leída en https://revistaobdulio.org/2019/01/22/socrates-brasileiro-sampaio-de-souza-vieira-de-oliveira-parte-iv/

El ansiado debut de Sócrates por la selección llegó en 1979, luego de un proceso de recambio tras el tercer lugar obtenido en el mundial de Argentina del año anterior. Fue convocado por el técnico Cláudio Coutinho, quien era al mismo tiempo técnico del Flamengo en el que jugaba Zico, el pelé blanco. Coutinho no había sido jugador de fútbol y su llegada a este deporte había sido gracias a sus nexos con la dictadura: era un hombre del ejército -hijo de un general, nada menos-.

El respeto entre Zico y Sócrates se cimentó poco después de sus primeros partidos juntos. Sócrates declaró al tiempo que creía que el estilo de ambos se amoldaba muy bien y que lograrían hacer un equipo abierto y relajado que le devolvería a los hinchas la alegría y confianza. Los primeros amistosos previos a la Copa América de ese año le darían la razón: 6-0 sobre Paraguay, 5-0 sobre Uruguay y otro 5-0, esta vez sobre el Ajax de Amsterdam.

Quizá el momento crucial, aquel que diría que Sócrates era distinto, fue el último partido de la fase de grupos de la Copa América de 1979. En el grupo de Brasil estaba Bolivia y Argentina, y los brasileños llegaron al último partido necesitando un empate. El problema es que ese último partido se disputaba en la Argentina del dictador Videla. El miedo que sentían los jugadores brasileños ante la policía represora era real, incluso más que ante la dictadura propia. Al clima hostil también contribuían los hinchas argentinos con gritos y abucheos dentro y fuera de la cancha. Sócrates, no obstante, anotó un gol y dio una asistencia para llevar a un Brasil con 10 jugadores -Zico había sido expulsado en el primer tiempo- a conseguir un empate 2-2.

Algunos meses después de este partido, el general João Baptista Baptista Figueiredo fue homenajeado en la sede del Corinthians tras hacer una aparición sorpresa en las dependencias del club. Mencionó que siempre había sido hincha de éste y que quería una camiseta firmada por Sócrates, a lo que éste asintió gustoso. La intención de Figueiredo era darle mayor realce a la liga nacional brasileña, pues buscaba que ésta se convirtiera en un medio para lograr una especie de unidad nacional. Otro de los múltiples ejemplos donde el poder político trata de utilizar al deporte para sus fines.

El fútbol en Brasil era un deporte de las clases populares y trabajadoras, pero en ese tiempo la política no parecía ser un interés general ni masivo; menos todavía cuando asistían al estadio. No sería hasta las huelgas masivas de obreros metalúrgicos en São Paulo en 1979 cuando las clases trabajadoras despertaron y comenzaron a utilizar todos los espacios. El fútbol, incluido. En Morumbi se leyó por primera vez un lienzo que le exigía al gobierno “Anistia, Ampla, Geral e Irrestrita”, o, traducido, “amnistía, amplia, general e irrestricta”. Sócrates no comentó sobre él y Figueiredo no pareció verlo, pero nadie pudo ignorar su existencia. Meses después, Figueiredo firmaría la amnistía.

Sócrates era particularmente desinteresado e ingenuo en asuntos políticos, pero no podía ignorar el trato de cuasiesclavitud de sus compañeros futbolistas. Consideraba que el trato dado a los jugadores reducía el poder que éstos tenían como trabajadores. Uno de los factores de cambio más importantes identificados por él era el de la libre agencia y libre traspaso. Trató de generar un movimiento de cambio entre sus compañeros en el Botafogo, pero no tuvo mayor éxito. Había antecedentes, no obstante, del libre traspaso: luego de una pelea con Mario Lobo Zagallo, Afonsinho fue relegado del primer equipo y, sin la posibilidad de ser transferido, quedó encerrado en el Botafogo de Futebol e Regatas. Sin embargo, en vez de quedarse de brazos cruzados, llevó su caso a la corte y ganó el libre traspaso. Luego de esto, Pelé lo llamó el único hombre libre del país.

El sueldo de Sócrates era considerablemente bajo en relación al de sus demás compañeros y a sus necesidades. Al pedir un aumento, la dirigencia del Corinthians se negó y, en respuesta, éste comenzó a rechazar los bonos monetarios que recibía mes a mes. La razón de esto era que, por reglamento, la tasación de un futbolista se relacionaba con la cantidad de dinero que recibía de su club. Sócrates, al rechazar los bonos, estaba bajando su valor artificiosamente y, como era muy valorado por otros equipos, obligó al Corinthians a ofrecerle un mejor contrato si querían retenerlo. En sus palabras, estaba enviando un mensaje a sus compañeros de profesión: hacer valer los pocos derechos que les concedía la ley. Esta lucha, además, le despertó la sensación de tener que combatir al sistema si quería vivir su vida a su manera.

La lucha no era solo por sus derechos. Cada día en São Paulo era una batalla personal, contra la fama, el acoso y la presión de estar en un club grande. Contra las lesiones, el cambio de ambiente. Contra el mismo campeonato, en el que por compromisos internacionales, debía viajar en una semana a otro país sudamericano, a Rio de Janeiro y volver a São Paulo para jugar tres partidos como titular. Pronto, su físico se resintió, así como su nivel de juego. Los hinchas, viendo que el equipo no funcionaba como ellos esperaban, intensificaron el acoso.

Una de las razones de que los sentimientos de la hinchada se enfocaran en él tenía que ver con la historia del club, forjada en jugadores esforzados y más raça (garra) que talento. Sócrates y Amaral -defensor central- representaban lo contrario. Y quizá aquí aparecen las bases de la Democracia Corinthiana, pues, luego de una conversación que incluyó a todos los jugadores y al cuerpo técnico, acordaron intentar un juego de mayor calma y posesión en vez del estilo frenético con el que se había caracterizado el Corinthians. Y el primer éxito de este nuevo sistema llegaría tras vencer al Ponte Preta en la final del Campeonato Paulista de 1979.

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