El Centro Deportivo Everton (CDE) amaneció con seis panderetas rotas, las que bastaron para realizar una amplia cobertura en el diario más grande de la zona. En este país, la propiedad privada tiene un valor muy alto. Demasiado alto. Cualquier daño a esta será siempre visto como violencia y completamente condenado. Así podemos verlo, por ejemplo, en el trato dado al hecho por El Mercurio de Valparaíso el día 12 de enero, o en el comunicado oficial emitido por la sociedad anónima controladora de Everton.
Hay otros tipos de violencia, no obstante, que son estructurales e invisibles; que parecieran no importar tanto. La violencia, por ejemplo, a los estudiantes que no pueden optar a educación de calidad por su clase de origen. O la que sufren las mujeres al vivir en espacios patriarcales. O la de los hinchas ante el poder corruptor de las ansias de dinero a toda costa.
Porque cuando Everton -o la empresa que usa su nombre- “rechaza tajantemente todos los actos de violencia”, no está hablando de aquella en que a los hinchas se les arrebata parte importante de sus vidas y se los deja sin injerencia al respecto. De esa violencia que nos indica que cualquier parte de nosotros puede ser vendida si alguien considera que puede hacer negocio con ella. A ella, no obstante, sí se refiere el comunicado oficial de la Agrupación de Acción Evertoniana (ADAE), que va en respuesta directa al publicado por la sociedad anónima. En éste, ADAE explicita que “Violento es perder al amor y pasión de tu vida de un día para otro. Violento es que concejales, abogados y dirigentes inventen una deuda millonaria a la única corporación que reunía a la ciudad con mayor contraste de Chile”.
Violencia es, finalmente, algo más que el simple daño al patrimonio material. Que hay otros tipos de violencia, aquellos sobre vidas, a los que no estamos prestando atención, y al que deberíamos darle mucha mayor importancia.
Pueden leer el comunicado completo emitido por ADAE en la siguiente imagen.
Revista Obdulio 